Tomás Schedden, uno de los socios fundadores, pidió la palabra en una de las primeras asambleas:
“Les tengo mucho cariño a las franjas rojas y blancas. Propongo que esos sean los colores de Estudiantes”.
El nuevo club estaba por cumplir un año y el sueño iba creciendo. Había 100 socios activos y ya era hora de comprar los primeros muebles, las nuevas blusas. La moción de Schedden fue aceptada: se resolvió que las camisetas fueran las del English High School, que los colores fueran los que usaban los equipos de ese colegio.
No fue fácil imponer la camiseta. La Asociación Argentina de Fútbol rechazó el uniforme por ser igual al de Alumni, el equipo dominante por aquellos años. No importó que jugaran en distintas categorías, que el novato Estudiantes arrancara en Tercera. “El derecho por antigüedad le correspondía”, sostenían los organizadores del torneo.
La Comisión Directiva debió comprar nuevas camisetas. El esfuerzo exprimió hasta el último centavo. Los nuevos bastones, más anchos, se contraponían a las rayas angostas que lucía Alumni. Después, la ecuación se invertiría: Alumni copiaría las franjas gruesas de Estudiantes.
Hubo otra solución intermedia: la casaca roja con una franja horizontal blanca en el pecho. Duraría muy poco, apenas un par de años. Demasiada semejanza con la vestimenta de Gimnasia, aquellos vecinos a los que no se querían parecer en nada.
En 1910, con Alumni en extinción, Estudiantes retornó a la tradicional camiseta a rayas que, con distintas versiones, se mantiene hasta hoy. Casi como un mandato del destino que heredó la gloria de aquel equipo pionero del fútbol argentino… Y hasta el nombre fue una prolongación: de ex alumnos a Estudiantes.
Muchos otros clubes del país adoptarían luego los mismos colores.
La Asamblea del 28 de febrero de 1906 resolvió que el rojo y el blanco a rayas verticales fueran los colores de Estudiantes.
Fuente: Revista A!
No hay comentarios:
Publicar un comentario