lunes, 7 de marzo de 2011

"La Gata" y el "Chavo", enormes artífices del éxtasis en soledad

01.02.2011


El partido, en sí mismo, no dejó demasiados contornos para el debate acalorado. Ganó el mejor y ganó muy bien. Sin polémica arbitral ni mecanismos extradeportivos. Eligió un modo, un libreto, y lo interpretó con idoneidad profesional ayudado por un adversario que terminó preso de su monotonía ofensiva.

Estudiantes, sin Verón por lesión y sin Leandro Benítez por arriesgada decisión de su DT, salió a jugar el clásico igual que como se fue del campo, unido en un ramillete humano indivisible. Sin toque en el medio y apostando a la lotería del pase largo que se lucha con el rival, la estructura colectiva se sostuvo, sin mayores problemas, gracias al esfuerzo permanente y criterioso de sus intérpretes.

La pulseada en tarde agobiante ofreció un choque de identidades bien marcado. Gimnasia atacó con todo lo que tiene, avanzó en bloque, se instaló en campo rival y se emocionó con una apilada fenomenal de Neira que le sirvió a Córdoba la gran posibilidad para que entrara en la historia de los clásicos. Solo, cara a cara con Orión, el nueve "tripero" se nubló.

Moldeado por Cappa para buscar triunfos que lleguen por decantación de su juego asociado, el "Lobo" se aferró a ese guión hasta quedarse desnudo de variantes adelante y notoriamente desguarnecido atrás. El gol de "La Gata", además de poner en evidencia la riqueza técnica de un definidor notable, hizo lo propio con las tremendas grietas que se abren delante de Sessa.

Estudiantes, en cambio, fue inteligente, práctico y eficiente (trébol de virtudes poco común en la actualidad). Sin dejar huecos, con saludable vehemencia para defender y mostrando brillos individuales de probada jerarquía, completó la factura 149 y pasó a cobrar por caja.

Bien Orión, rendidor Fernández, líder y esencial guía Desábato, cumplidor Roncaglia, laburante Mercado, sacrificado Sánchez, "General del medio" Braña y hecho un hombre el pibe Iberbia, el bloque rojo y blanco se la aguantó sin necesitar aplausos de la tribuna.

Adelante, inconsistente Barrientos y no tan "picante" Enzo Pérez, la angelical peligrosidad de Gastón Fernández hizo la diferencia. Su gol tuvo la gestación en la habilitación "embrujada" del "Chavo" y el punto culminante en la forma en que impactó el balón. Le pegó seco y la pelota jamás se elevó. Así impacta un billarista. De ese modo definen lo que saben un rato largo.

CAPPA POR DOS

Durante el juego y finalizado el mismo, el entrenador mens sana tomó decisiones que llamaron la atención. Con su equipo perdiendo y hundido en una monotonía que sólo provocaba desconsuelo entre los presentes, cambió a Neira por Encina. "La mejor llave" que tiene Gimnasia para abrir defensas no estaba como en el primer tiempo, pero su talento, de tan fructífera actualidad, ameritaba dejarlo en cancha y sacar a otro; Rieloff, por ejemplo. Barros Schelotto jugó más flojo que Juan y, con buen criterio, lo mantuvo. Con Neira debió hacer lo mismo.

Con la derrota consumada, Cappa hizo una lectura del clásico que llamó la atención: "No hay mucho para reprochar". "Estudiantes no había tenido ocasiones". "Gimnasia llegó varias veces para ganar el partido". "Estudiantes lo único que hizo fue esperar que nos equivoquemos".

Si realmente está conforme, si él en verdad cree que no hay mucho para reprochar, si no es capaz de advertir que Estudiantes acumuló más méritos que Gimnasia y que ganó con absoluta justicia, Cappa permanecerá atrapado en el laberinto de su necedad. Y eso sí es para reprochar.

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