Las Gavioes da fiel es la mayor y mejor organizada torcida de todo Brasil. Es la
hinchada característica del Corinthians, la institución con más cantidad de simpatizantes
en la vasta geografía después del Flamengo. El Corinthians nunca en toda su historia
ganó la Intercontinental. Hay otros grandes invictos en la materia. Anote en Italia:
Roma y Lazio. Anote en Francia: París Saint Germain y Olympique de Lyon. Anote en
Alemania: Werden Bremen y Stuttgart. Anote en Inglaterra: Aston Villa y Liverpool.
Tampoco la ganaron Cruzeiro, Fluminense, Vasco da Gama, Sporting de Lisboa, Betis,
Sevilla, Athletic Bilbao, San Lorenzo, Manchester City y Chelsea, entre muchísimos
otros.
Hay apenas 26 campeones del mundo en la inmensa faz de la tierra (la primera Copa
Intercontinental se jugó en 1960 y desde 2005 mutó a Mundial de Clubes), donde la
FIFA tiene más países afiliados que la ONU. Estudiantes es uno de ellos.
A veces es difícil cobrar dimensión de lo que realizaron aquellos próceres con el timón
de Don Osvaldo Zubeldía hace 40 años. Se sabe: el tiempo agiganta las leyendas. Pero
ésta no precisó de la pulverización del calendario para transformarse en magnánima, en
irrepetible.
Cuatro décadas más tarde, Estudiantes sigue siendo la única institución no británica en
haber dado
una vuelta olímpica de tal calibre en suelo inglés. Recién en 1999 el Manchester,
vencido en aquella noche de persiste llovizna y un frío que calaba los huesos en Old
Trafford, levantó la copa como los bravos del León lo hicieron en 1968.
Las comparaciones, odiosas según la óptica del cristal del observador, lucen como una
herramienta de notoria claridad para llegar a una aproximación más cabal de lo que fue
esa gesta.
Sólo en la AFA hay más de 390 equipos de fútbol afiliados sin contar todas las ligas
regionales. La FIFA nuclea a 206 países con más de 200 millones de miembros activos.
La cantidad de equipos que participan semana tras semana en el deporte más popular del
globo es incontable. Todos pueden aspirar al cetro máximo, el mismo que atesora para
la eternidad Estudiantes.
Más allá de que todos encierran particularidades, el logro de Manchester no fue uno más
para la historia del fútbol. Ese equipo de Zubeldía reinventó en parte a este deporte.
Cuarenta años más tarde, hasta los técnicos y observadores más críticos a ese equipo,
utilizan esquemas, metodologías, dispositivos tácticos y jugadas que fueron introducidas
por Don Osvaldo en el Estudiantes de la revolución.
Esa revolución, vaya paradoja, fue la revolución del orden, de la disciplina, del trabajo,
del profesionalismo y de la inteligencia. La exaltación de lo colectivo sobre lo
individual, de la humildad sobre la verborragia, de los resultados sobre el palabrerío.
Este legado Estudiantes lo sirvió al fútbol argentino y mundial. No es exagerado,
aunque lo parezca, afirmar que ese equipo introdujo principios ganadores y nobles, que
hoy en día todos utilizan. Hasta en Burundi, uno de los países afiliados a la FIFA.
¿Por qué en cuatro décadas no se repitió tal hazaña? En los años subsiguientes,
Estudiantes perdió dos finales, una de ellas increíble (ante el Feyenoord en 1970) y
nunca más llegó tan lejos. Sí se aproximó, pero por diferentes circunstancias la Copa
Libertadores se escabulló en la década del ’80 y recientemente en 2006. En los ’70
nunca estuvo ni cerca, y en los ’90 ni se clasificó para jugar la Libertadores. Sin dudas,
una cuenta pendiente.
Si hay equipos que marcaron un antes y un después, ese fue el Estudiantes de Zubeldía.
Uno de los pocos campeones del mundo.
Fuente: Revista Animals!
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