martes, 19 de octubre de 2010

1967: El primer campeonato

Parafraseando a Víctor Hugo Morales, en 1967 Estudiantes no fue campeón por los
imponderables del fútbol. La primera estrella bordada en oro en la camiseta se consiguió
al cabo de una campaña brillante, memorable. Junto a Independiente fue el equipo que
menos goles recibió en la fase regular (15), el que más puntos logró (29, junto a Racing)
y el que ganó los dos partidos decisivos en la etapa final. Durante el campeonato
metropolitano, divido en dos zonas de once equipos cada una, le quitó al invicto al súper
Racing de Pizzutti campeón del mundo, de dos años jugando como local, el 2 de abril
por 2 a 1 con goles de Conigliaro y Verón. A la Academia le ganó los tres encuentros
del año, final incluida.
Recuerde una perlita: ese partido de abril con Racing en Avellaneda fue expulsado
Pachamé a los 43 minutos del primer tiempo por agredir a Bilardo, su compañero, quien
le recriminó verbalmente por una jugada. Declaró el doctor después del partido: “Todos
entramos nerviosos a la cancha y esa tensión se mantuvo a lo largo del partido. No
tomábamos las marcas como se había convenido y había algunos problemas.
Naturalmente, yo le hice una observación a Pachamé para corregir esa situación. Se
vino de lejos, me tomó del brazo y enérgicamente me dijo: ‘callate la boca’. El juez
creyó otra cosa y lo expulsó. Pero no me pegó como se dijo por ahí, sólo me zamarreó.
Somos grandes amigos, salimos a pescar juntos”. (La Razón, 4 de abril de 1967.)
Ese Estudiantes del 67 derrotó también a Boca, en la primera rueda, con un gol de
antología en los últimos 60 segundos de Echecopar. Fue 1 a 0 y tapa de El Gráfico del
28 de marzo. Juvenal calificó al tanto como un “poema”. Fue más o menos así:
Conigliaro le metió un pelotazo que el de Pergamino guapeó ante Marzolini, luego
frenó en seco y lo hizo pasar de largo. Cara a cara con Minoián lo desparramó por el
piso, con gambeta hacia la izquierda y volvió a dejar en ridículo a Marzolini. Clavó el 1-
0 con el arco vacío, a los ’89. El Gráfico lo dio como figura: 8 puntos. Se jugó en 57 y 1
con $ 4.368.300 de recaudación.
No se enfrentó con River (sexto), ni con Independiente (segundo), que estaban en la otra
zona, pero se anotó un gran triunfo en el clásico ante Gimnasia por 3 a 0, sobre todo
porque fue en la maratónica semana del desenlace, el martes 1º de agosto. Para el diario
El Día, pudo ser más amplio el marcador a favor Estudiantes, cuya figura (según este
medio) fue Pachamé. “Las muerde todas, las quiere todas, las agarra todas”, dijo de él
en la calificación individual, aunque en ese momento no ponía puntajes. Escribió
Mercurio, emblemática pluma futbolera de la ciudad: “De repente, empezó a deshacer a
Gimnasia un hombre dominador, que eclipsaba a todo el estadio con su luminosidad.
Era Pachamé. Viéndolo desplazarse en el lodo parecía superar la ley de la gravedad…”
El título de ese artículo fue “El mejor laborío del año”.
El Lobo, séptimo en la zona B y afuera del futuro Nacional (los únicos partidos que se
cruzaban eran los clásicos), terminó con dos menos porque Nimo le mostró la roja a
Rosl y Segovia esa tarde de fangosa cancha en 57 y 1.
Esta formación de Estudiantes, que a las 48 horas debía enfrentar a Platense (delantera
más goleadora con 40 y con más partidos ganados de la serie regular, 13) fue monolítica
y sumamente regular. Don Osvaldo apenas usó a 18 jugadores, incluido el arquero
suplente Mario Gabriel Flores, que siempre salió al campo de juego pero que no entró
nunca. Tuvieron asistencia perfecta: Poletti, Aguirre Suárez, Malbernat, Bilardo,
Conigliaro y Echecopar. Poco jugó el Bocha Flores (8), y mucho menos Hugo Mateos
(2), capitán de la tercera que mata, y Luis Zibecchi (1).
Contó con otro valor agregado, prácticamente todos se conocían de memoria. El único
nuevo para esta campaña fue Felipe Ribaudo, que había llegado al Club en trueque por
Miguel Angel López. Los demás ya llevaban tiempo: Madero, adquirido a Boca en
1964, y Barale, Bilardo, Spadaro y Conigliaro en 1965. El equipo sacó el 78% de los
puntos en disputa.
Para La Nación, “Estudiantes fue un cabal campeón”. En uno de sus artículos, tras
vencer 3 a 0 a Racing en la final, todavía se puede leer. “Estudiantes de La Plata, el
magnífico y contundente vencedor y bizarro campeón del Metropolitano, salvó, y con
mucho, la desnivelada índole de las fuerzas, porque fue la suya una tarea en punto a
calidad y eficacia, digna de un equipo sólido, y cuyo fútbol, práctico, trabajado, veloz y
vigoroso, cobra un sitio preferencial de primer plano”. Aseguró también que en el
partido decisivo hubo un solo equipo, en relación a los 11 del León.
Como contra Gimnasia, esa inolvidable tarde en el Gasómetro, con récord de
recaudación, dirigió Nimo. Estudiantes lo apabulló al Racing de José, pero recién en el
complemento sacó la ventaja en el marcador. Madero, de tiro libre, luego de que la
pelota pegara en el palo y en el arquero Spilinga, anotó el 1-0. Verón, tras un pase de
Echecopar, el segundo, y Ribaudo (entró por Bedogni, lesionado con Platense) mandó a
la red una bordada combinación entre Conigliaro y Verón para completar el marcador.
“La superioridad fue abrumadora”, declaró Zubeldía en un vestuario eufórico, mientras
reconocía que “en cierto modo defraudé a Manera, porque le había dicho que de llegar a
la final jugaría. Pero pasó que después del triunfo que habían alcanzado los muchachos
ante Platense, no podía tocar, de ninguna forma, a quienes habían logrado una hazaña. Y
tampoco quise mover posiciones a toda la defensa para hacerlo jugar en lugar de
Spadaro (entró por Barale, lesionado durante el partido con Platense)”.
Tituló El Día: “Estudiantes logró para La Plata el máximo galardón futbolístico. En
hazañosa jornada batió a Rácing (con tilde) por 3 tantos a 0”. Para La Razón “fue
indiscutible el éxito de los platenses”.
“Estudiantes campeón! El suceso del año para la ciudad que no durmió el sábado para
estar bien temprano ocupando las gradas añejas del Gasómetro sanlorencista. Y
batiendo, como un gigante sin cuentos, al campeonísimo Racing”, deleitó Mercurio con
su pluma coloquial.
“Parece un cuento de hadas –abundó en su columna de El Día-, que una entidad chica
haya logrado al fin el galardón supremo. (…) Esa tranquilidad unitiva y feliz de ir
ganando, tener un respaldo mayoritario absoluto en el estadio; esta tranquilidad de
saberse fuerte, pudo hacerle vivir a la postre a la ciudad, su día más soñado (…)
Estudiantes –fértil en recursos como nunca- demolió a Racing en esos 45 minutos, hasta
barrerlo de la grana, dicho sea sin intención oscura”.
Así se escribió, hace 40 años, la primera página de gloria eterna para Estudiantes. No
fue la única, ni la última.

Fuente: Revista Animals!

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