Berizzo desafió al bielsismo: ganó con el equipo más cómodo para sus players.
Ah, les quiero decir una cosa, por favor. Crean o no, tengo vida propia eh, ja”. Con la sonrisa dibujada, Eduardo Berizzo cerró ayer su ronda de prensa tras contestar al menos media docena de preguntas en las que se lo vinculaba con uno u otro gesto como DT a Marcelo Bielsa. Comparación inevitable, desde que llegó al Pincha que al Toto se le hace la referencia. Y él, sin abjurar de su maestro, ayer empezó a mostrar que, en algunos aspectos, corre con colores propios. Y en eso de loco no tuvo nada.
Uno de los secretos de la victoria fue que el equipo se paró como más cómodo se siente. Con ese dibujo que tuvo que reinventar su antecesor, Alejandro Sabella, en medio de la marea de bajas en el Apertura pasado y con el que llegó al título. Es cierto que la idea, que para Berizzo siempre está por encima de los sistemas, tiene su propia impronta expresada en el pressing del mediocampo. Pero no fue menos real que la propuesta, aún sin su director de orquesta, distó bastante de lo que se vio ante Tolima y Banfield. A favor del técnico, es que en la caída contra el Taladro le faltó medio equipo titular.
Ausente Verón, el ingreso de Matías Sánchez, el ingreso de Matías Sánchez y no de Leandro Benítez mostró que, en la elección, se imponía la presión por encima de la precisión. Y con Sánchez cerca de Braña, se hizo caer a Gimnasia en su telaraña. Fueron pocas las veces en que Neira encontró algún espacio a la espalda de los volantes centrales. Con el Mellizo más pendiente de los árbitros que de sus propios compañeros y con el Maestrico González fuera de sintonía, al enganche no le quedaban socios. Por eso, encaró hasta donde pudo y puso una vez a Córdoba de cara al gol. Y otra al Maestrico. Bastó que el doble cinco ajustara la mira para que la usina de juego del Lobo se anulara tras el 1-0 del gol de Gastón Fernández que se produjo por un gran acierto de Desábato en el pase largo.
Al Pincha tampoco le sobraron luminarias creativas. Sin embargo, a pesar de unas cuantas imprecisiones para manejar las contras, una vez en ventaja se supo ganador. Sacó la carpeta que guarda celosamente en la caja fuerte y manejó todo a puro oficio. La desesperación del local abrió más espacio. Así llegó el penal en el que el mal estado de la cancha le jugó una mala pasada al instinto de Masuero. También pudo haber alcanzado el ribete de goleada si Leandro González hubiese estado más fino para ampliar. De todos modos, importaba poco. El negocio ya estaba hecho. Clink caja.
Fuente: Olé
Ah, les quiero decir una cosa, por favor. Crean o no, tengo vida propia eh, ja”. Con la sonrisa dibujada, Eduardo Berizzo cerró ayer su ronda de prensa tras contestar al menos media docena de preguntas en las que se lo vinculaba con uno u otro gesto como DT a Marcelo Bielsa. Comparación inevitable, desde que llegó al Pincha que al Toto se le hace la referencia. Y él, sin abjurar de su maestro, ayer empezó a mostrar que, en algunos aspectos, corre con colores propios. Y en eso de loco no tuvo nada.
Uno de los secretos de la victoria fue que el equipo se paró como más cómodo se siente. Con ese dibujo que tuvo que reinventar su antecesor, Alejandro Sabella, en medio de la marea de bajas en el Apertura pasado y con el que llegó al título. Es cierto que la idea, que para Berizzo siempre está por encima de los sistemas, tiene su propia impronta expresada en el pressing del mediocampo. Pero no fue menos real que la propuesta, aún sin su director de orquesta, distó bastante de lo que se vio ante Tolima y Banfield. A favor del técnico, es que en la caída contra el Taladro le faltó medio equipo titular.
Ausente Verón, el ingreso de Matías Sánchez, el ingreso de Matías Sánchez y no de Leandro Benítez mostró que, en la elección, se imponía la presión por encima de la precisión. Y con Sánchez cerca de Braña, se hizo caer a Gimnasia en su telaraña. Fueron pocas las veces en que Neira encontró algún espacio a la espalda de los volantes centrales. Con el Mellizo más pendiente de los árbitros que de sus propios compañeros y con el Maestrico González fuera de sintonía, al enganche no le quedaban socios. Por eso, encaró hasta donde pudo y puso una vez a Córdoba de cara al gol. Y otra al Maestrico. Bastó que el doble cinco ajustara la mira para que la usina de juego del Lobo se anulara tras el 1-0 del gol de Gastón Fernández que se produjo por un gran acierto de Desábato en el pase largo.
Al Pincha tampoco le sobraron luminarias creativas. Sin embargo, a pesar de unas cuantas imprecisiones para manejar las contras, una vez en ventaja se supo ganador. Sacó la carpeta que guarda celosamente en la caja fuerte y manejó todo a puro oficio. La desesperación del local abrió más espacio. Así llegó el penal en el que el mal estado de la cancha le jugó una mala pasada al instinto de Masuero. También pudo haber alcanzado el ribete de goleada si Leandro González hubiese estado más fino para ampliar. De todos modos, importaba poco. El negocio ya estaba hecho. Clink caja.
Fuente: Olé
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