En medio de la dificultad que encierra elaborar diagnósticos certeros en un ámbito ideal para el debate como es el fútbol, lo que le está ocurriendo a Estudiantes no responde sólo a un motivo. Es una combinación nociva de elementos. La consecuencia, más o menos previsible, de elecciones polémicas que desde su nacimiento instalaron miradas críticas.
Las cosas por su nombre: Estudiantes no juega hoy ni por asomo como lo hacía, aún con carencias, durante el semestre pasado. El divorcio decidido por Alejandro Sabella y gestado, aparentemente, en la convivencia con aquellos que tienen peso real en las decisiones, fue el primer quiebre. Y el más severo.
A partir de esa herida en el alma futbolística, comenzaron a verse con nitidez las huellas de algunos errores. Que luego del brindis por la obtención de la estrella número once, los responsables de cada lado no hayan podido consensuar la política de incorporación de refuerzos, desnuda, de mínima, caprichos y falta de conocimiento. Lamentable, pero real.
El último jueves, Estudiantes de La Plata, uno de los equipos más poderosos del continente y dignísima víctima, como muy pocas en estos años, del mágico Barcelona de época donde reina Lionel Messi, terminó eliminado por un tan limitado como opaco rival paraguayo. Aunque parezca desafiante a la verdad que impusieron los hechos, el último campeón argentino. aún con todos sus problemas a cuestas, es superior al equipo que dirige Leonardo Astrada.
¿Y ENTONCES?
Sin dudas, algo malo indica que Pablo Barrientos y Nelson Benítez, los hombres elegidos para engrosar el prestigio de quien se había consagrado como el mejor del país, estuvieran afuera del equipo titular en una noche tan importante como la de Asunción. Uno fue suplente y el otro quedó afuera del banco. ¿Error de Berizzo? Para nada. El "Pitu" no ha conseguido erigirse en el creativo punzante que se buscó con su contratación y Benítez está claramente un escalón por debajo de quienes juegan en la defensa. Eso marca tendencia y explica, en parte, la dolorosa racha adversa. Si los refuerzos no son capaces de ganarse la titularidad significa que su elección no fue acertada.
Hay más factores. El decaimiento de varias individualidades también parece un motivo de entidad superlativa. Rodrigo López no consigue imponerse en el área rival, Gastón Fernández está menos preciso y alejado de una de sus mejores costumbres, marcar goles. Verón, por su tobillo afectado, por un estado gripal y por estar varado en una meseta sin tanto brillo, no es hoy el genial conductor que ha sido en temporadas recientes. Braña es el que menos demuestra el desgaste de este ciclo dorado. Desábato lo sigue de cerca por el temple que lo gobierna y Federico Fernández, con distinguida sobriedad, parece estar definitivamente preparado como para insertarse en una de las ligas más exigentes del mundo.
SIETE PARA EVALUAR
En la recta final del torneo (ideal para obtener más y mejores conclusiones) y con un receso tan largo por delante, sería un craso error que Berizzo se fuera de Estudiantes. Una vez transcurridas las siete fechas que faltan, se podrá elaborar el primer balance serio de su gestión. Todavía no le encontró la vuelta, no pudo hacer pie; quiere afirmarse y, más allá de sus conocimientos, depende, como cualquier entrenador, de lo que producen sus dirigidos sobre el césped.
Después de tanto prestigio acumulado, el hincha siente que el presente aprieta hasta generar incomodidad. Grave, realmente grave, será si semejante etapa de acidez resultadista llegara a infectar el futuro mediato.
Fuente: Diario EL DIA
No hay comentarios:
Publicar un comentario