Estudiantes está terminando de recorrer un semestre muy poco productivo futbolísticamente hablando, con una fragilidad y una cadena de falencias que hacía mucho no evidenciaba. No había comenzado bien el año, tras el abrupto alejamiento de Sabella a pocas horas de empezar a rodar la pelota, y luego sumó más dudas que certezas la labor desarrollada por su sucesor, Eduardo Berizzo, tanto en el orden local como en la Copa.
Por eso no resultó sorpresivo el alejamiento del entrenador a tres fechas del final del Clausura. Suena como el final más lógico después de una larga sucesión de guarismos negativos que terminaron con el equipo en la zona intrascendente de la tabla de posiciones.
Frente a este panorama resulta prioritario establecer una serie de cuestiones a tener en cuenta a la hora de las determinaciones que deberán tomar quienes tienen a su cargo la conducción del club.
En primer término, si bien no tiene directa relación con la conducción técnica del equipo, resulta propicio restablecer como cuestión prioritaria la construcción del estadio. De aquí a fin de año no está asegurada la utilización plena y permanente del Estadio Unico y de allí que se tornará clave meter mano en la agilización de los trabajos en el predio de 1 y 57.
Ya han quedado por demás expuestas las múltiples complicaciones que acarrea la localía quilmeña, con los múltiples tropiezos que le genera a los hinchas, los inconvenientes deportivos y la negativa incidencia económica. Como todo indica que ahora existiría una apertura hacia la concreción definitiva del estadio propio, no sería lógico desaprovechar la oportunidad.
Pero volvamos al tema técnico. La designación del sucesor de Berizzo alcanza una trascendencia fundamental. Tanto que ayer mismo, cuando todavía estaba fresca la la renuncia del coach rosarino, ya habían surgido varios nombres -rutilantes, por cierto-, para calzarse el buzo de DT.
Esos nombres mucho tienen que ver con el pasado rojiblanco. Tanto Diego Simeone, como Miguel Russo o Alejandro Sabella -que picaron en punta en la consideración general-, mucho han tenido que ver con las performances futbolísticas de Estudiantes en los últimos años.
Sabella y Simeone, casualmente, dejaron el club después de lograr importantes triunfos, sin que nunca se aclararan debidamente los motivos que provocaron sus alejamientos. Sería oportuno conocer si las circunstancias que provocaron aquellos portazos han quedado debidamente subsanados porque, de lo contrario, ambos retornos se tornarían más que difíciles.
Deberá Estudiantes, además de dedicar todo el esfuerzo en no fallar a la hora de la elección, poner la lupa sobre otros otros aspectos que tienen que ver con el fútbol de la entidad. Las divisiones inferiores, base fundamental sobre la que se han asentado los históricos logros estudiantiles a lo largo de los años, tienen que volver a ser la usina generadora de valores. Para que fundamentalmente sirvan para abastecer al primer equipo, evitando la contratación excesiva de elementos, en algunos casos, caros y poco productivos.
En esa dirección, una depuración conveniente del plantel superior sería la compañía ideal del nuevo proyecto que se pondrá en marcha con la llegada del nuevo cuerpo técnico.
Estudiantes tiene tiempo para todo, pero no debe perder la oportunidad de llevarlo a cabo. Los últimos años han sido plenos en halagos dentro y fuera del país, a punto tal de ser considerado aún hoy como uno de los referentes principales entre todos los clubes del país, junto a Vélez Sarsfield.
El momento resulta propicio si tomamos en cuenta que en esta ocasión los cambios no se producirán en medio del apremio que soportaron los albirrojos a principios de febrero cuando Sabella dijo basta. Queda rodaje en el actual torneo y la pretemporada completa de cara al campeonato Apertura para adoptar cada una de las decisiones apuntadas. Tiempo más que suficiente como para calibrar cada caso, acertar en las prioridades y dar vuelta una página que deberá olvidarse lo antes posible, sin despreciar las enseñanzas que esta mala experiencia ha dejado.
Por eso no resultó sorpresivo el alejamiento del entrenador a tres fechas del final del Clausura. Suena como el final más lógico después de una larga sucesión de guarismos negativos que terminaron con el equipo en la zona intrascendente de la tabla de posiciones.
Frente a este panorama resulta prioritario establecer una serie de cuestiones a tener en cuenta a la hora de las determinaciones que deberán tomar quienes tienen a su cargo la conducción del club.
En primer término, si bien no tiene directa relación con la conducción técnica del equipo, resulta propicio restablecer como cuestión prioritaria la construcción del estadio. De aquí a fin de año no está asegurada la utilización plena y permanente del Estadio Unico y de allí que se tornará clave meter mano en la agilización de los trabajos en el predio de 1 y 57.
Ya han quedado por demás expuestas las múltiples complicaciones que acarrea la localía quilmeña, con los múltiples tropiezos que le genera a los hinchas, los inconvenientes deportivos y la negativa incidencia económica. Como todo indica que ahora existiría una apertura hacia la concreción definitiva del estadio propio, no sería lógico desaprovechar la oportunidad.
Pero volvamos al tema técnico. La designación del sucesor de Berizzo alcanza una trascendencia fundamental. Tanto que ayer mismo, cuando todavía estaba fresca la la renuncia del coach rosarino, ya habían surgido varios nombres -rutilantes, por cierto-, para calzarse el buzo de DT.
Esos nombres mucho tienen que ver con el pasado rojiblanco. Tanto Diego Simeone, como Miguel Russo o Alejandro Sabella -que picaron en punta en la consideración general-, mucho han tenido que ver con las performances futbolísticas de Estudiantes en los últimos años.
Sabella y Simeone, casualmente, dejaron el club después de lograr importantes triunfos, sin que nunca se aclararan debidamente los motivos que provocaron sus alejamientos. Sería oportuno conocer si las circunstancias que provocaron aquellos portazos han quedado debidamente subsanados porque, de lo contrario, ambos retornos se tornarían más que difíciles.
Deberá Estudiantes, además de dedicar todo el esfuerzo en no fallar a la hora de la elección, poner la lupa sobre otros otros aspectos que tienen que ver con el fútbol de la entidad. Las divisiones inferiores, base fundamental sobre la que se han asentado los históricos logros estudiantiles a lo largo de los años, tienen que volver a ser la usina generadora de valores. Para que fundamentalmente sirvan para abastecer al primer equipo, evitando la contratación excesiva de elementos, en algunos casos, caros y poco productivos.
En esa dirección, una depuración conveniente del plantel superior sería la compañía ideal del nuevo proyecto que se pondrá en marcha con la llegada del nuevo cuerpo técnico.
Estudiantes tiene tiempo para todo, pero no debe perder la oportunidad de llevarlo a cabo. Los últimos años han sido plenos en halagos dentro y fuera del país, a punto tal de ser considerado aún hoy como uno de los referentes principales entre todos los clubes del país, junto a Vélez Sarsfield.
El momento resulta propicio si tomamos en cuenta que en esta ocasión los cambios no se producirán en medio del apremio que soportaron los albirrojos a principios de febrero cuando Sabella dijo basta. Queda rodaje en el actual torneo y la pretemporada completa de cara al campeonato Apertura para adoptar cada una de las decisiones apuntadas. Tiempo más que suficiente como para calibrar cada caso, acertar en las prioridades y dar vuelta una página que deberá olvidarse lo antes posible, sin despreciar las enseñanzas que esta mala experiencia ha dejado.
Fuente: Diario EL DIA
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