14.12.2010
Fue el gran restaurador. ¿Juan Manuel de Rosas? No, Alejandro Sabella. Perfil de sótano (no quiso ser llevado en andas y descargó todo el mérito en sus jugadores), fue responsable directo del título. Y si aún se discute acerca del porcentaje de incidencia de un técnico, el de Sabella esta vez fue el máximo posible.
Pachorra se la pasó reorganizando el equipo. Nunca pudo repetir los mismos 11. Recién contó con el refuerzo más esperado, Rodrigo López, en el final. Tuvo a Verón disminuido por la falta de pretemporada. En algún momento se lesionaron casi todos los titulares. Rediseñó el 4-4-2 que le dio la Libertadores por un 3-4-2-1 muy elástico que supo ser 5-4-1. Acertó en los planteos en días clave: contra Vélez reduciendo a la nada la gran ofensiva de Gareca, y también cuando -herido por las bajas- fue a buscar bien arriba a un agrandado River en el Monumental para golearlo históricamente. No sobran Sabellas en el fútbol local, ni dentro ni fuera de la cancha, donde su sinceridad absoluta y su don de gente gozan ya de la merecida reputación. Por eso, cuando dice emocionado “somos la gloria”, hace bien en incluirse aunque él no lo haya pensado.
Fuente: Olé
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