Eduardo Hoyos, padre de Michael, aporta un relato estremecedor sobre el momento que atravesó la familia. De guardia en la puerta del Instituto Médico Platense, el hombre que tuvo que viajar de urgencia desde los Estados Unidos advirtió que van a priorizar recuperar a la persona antes que al jugador
La imagen lo dice todo. El parecido es impactante. Al tomarse su tiempo para bajar las escaleras del primer piso del Instituto Médico Platense, Eduardo Hoyos permite que se haga una radiografía a su cara. Michael es hijo de él, no quedan dudas.
El hombre viajó de urgencia desde Estados Unidos. Vino a ver a su hijo, el futbolista de Estudiantes, quien se está jugando uno de los partidos más complicados de su carrera: la salud.
Oriundo de Don Torcuato pero radicado en el condado de Orange, California, el padre de Hoyos se convierte en el puente exacto entre la realidad de los hechos y el mundo exterior. Adentro, internado, está el jugador. Afuera, el padre, priorizando la parte humana.
“Le doy gracias a Dios porque no se mató”, comienza diciendo, tras un escueto saludo que denota desconfianza ante la visita periodística.
“Acá lo importante es que se ponga bien. Lo demás, se verá, habrá tiempo”, pone como escudo el padre ante la siempre inoportuna pregunta que se hace la calle sobre cuándo podrá volver a jugar.
Michael Hoyos manifiesta una notable evolución del traumatismo que sufrió el pasado 3 de abril cuando colacionó su vehículo contra un árbol en la zona del Parque Pereyra.
Está estable en una sala común del Instituto Médico Platense. Puede comer e ir al baño por cuenta propia. Pero aún le resta sobrellevar un exhaustivo control neurológico, producto de un fuerte traumatismo en la zona de la cabeza.
“Es muy probable que lo trasladen a un centro de rehabilitación especial”, adelanta el padre, quien es fanático de Boca, pero reconoce que apoya y acompaña a Estudiantes.
“Ahora está acompañado por la mamá, el tío que vino de Don Torcuato y yo”, explica mientras se cubre el sol de cara, en un típico mediodía de abril.
El accidente movilizó a la familia Hoyos.
Eduardo, separado de Marcela Manzur (mamá del jugador), llegó a Argentina el sábado para ver al segundo de sus hijos.
“Tengo a Brian, que juega en Uruguay, y a Kevin, que al igual que Michael, juega en Estudiantes. Allá en California nosotros teníamos un equipo de fútbol que le pusimos de nombre Los Xeneizes y participa en la liga del estado”, resaltó antes de confesar su aventurada llegada a Estados Unidos, donde nació Michael...
“¿Cómo se me dio por ir allá? De joven siempre manejé camiones, y cuando me tocaba hacer un reparto por el centro de Buenos Aires tomaba la calle California y me decía: ¡Qué lindo debe ser vivir en California! Entonces, un día, a fines de 1990, nos mandamos con mi mujer, que estaba de cuatro meses, y tuvimos a Michael allá”.
Así nació el estadounidense que tiene Estudiantes. Así se recupera, en familia y con mucha paz.
El destino, en el corto o largo plazo, le tendrá un lugar asegurado en la Primera del club.
El destino, en el corto o largo plazo, le tendrá un lugar asegurado en la Primera del club.
Fuerza, Michael.
Fuente: Diario HOY
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