05.06.2011
La derrota del sábado ante Lanús no puede pasar inadvertida.
Las excusas que dan cuenta de cierto acostumbramiento del equipo a perder son tan pequeñas como la presente campaña.
El tantas veces mencionado “proceso de formación” se debería haber constituido en la pretemporada, en la que apenas se jugaron tres partidos amistosos.
Se confió, en aquel momento,
en que el sistema táctico 4-4-2 con Carbonero por derecha y Galván por izquierda iba a solucionar los problemas de un mediocampo que luego sufriría una permanente rotación. A las lesiones de Braña y Verón se les sumó un inoportuno cambio de sistema en la tercera fecha, en el medio de un proceso de consolidación. De este modo, Raúl Iberbia, por ejemplo, volvió a la titularidad indiscutida luego de estar condenado a bajar a Reserva.
El desconcierto generado por decisiones más cercanas a manotazos de ahogado que a reflexiones pensadas agravó aún más la bús-queda de una identidad, que hoy se ha convertido en un tesoro es-condido en el medio del desierto de los malos resultados.
Estudiantes apostó en los últimos dos meses a formar un equipo competitivo y siguió la hoja de ruta trazada por el técnico. Entonces llegó, por ejemplo, Guillermo Domínguez y se dejó sin efecto la contratación de Agustín Alayes (quien se había entrenado un mes y medio en City Bell).
En ese “armado del grupo”, que tan implícitamente estaba establecido en el ambiente del Country, se optó por cerrarles las puertas a otros dos excampeones del club como Marcos Angeleri y Pablo Lugüercio. En cambio, terminó llegando a préstamo Duván Zapata, quien todavía ni concentró.
La apuesta (más que apuesta es un pleno) hasta ahora ha salido mal y apenas hay una luz de esperanza para que mañana se empiece a enderezar el rumbo.
Es probable que a algunos directivos (no a todos) esta situación les haga mella, teniendo en cuenta que dentro de veinte días ya no estarán en el club. ¿Y el técnico?
Fuente: Diario HOY
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