viernes, 4 de noviembre de 2011

Estudiantes: de campeón a último en menos de un año

04.11.2011

Estudiantes experimenta una de las caídas más estrepitosas que se hayan visto en el fútbol argentino: pasó de ser campeón en el torneo Apertura 2010 a ocupar el último lugar en la tabla de posiciones en el presente Apertura 2011. Todo en menos de un año. Y, de no levantar cabeza en las seis fechas que restan, cosechará una muy módica cantidad de puntos que, a futuro, pueden complicarlo en el promedio.

Pero, ¿qué fue de aquel equipo del Apertura 2010 que, de la mano de Alejandro Sabella, se consagró campeón sumando 45 puntos y estuvo a dos unidades del récord histórico de 47 en poder de San Lorenzo? Y, ¿por qué renunció intempestivamente el hoy técnico de la Selección?

¿Fue determinante la abrupta salida de Pachorra? ¿Se falló al contratar, posteriormente, a Eduardo Berizzo y Miguel Angel Russo como entrenadores? ¿Fracasó la política de los tantos refuerzos implementada por la CD que presidía Rubén Filipas? ¿La necesidad de vender futbolistas para equilibrar las finanzas hizo flaquear sobremanera la estructura del equipo? ¿Se cerró un ciclo para varios de los principales referentes del equipo, que no pudieron recuperar su mejor nivel? ¿O fue el combo de todos estos factores y otros el que determinó esta notoria merma?

En el presente reciente, el fútbol argentino tiene un caso parámetro que puede ser considerado y hasta tomado como una alerta a futuro, a partir de las negativas consecuencias que tuvo. Y que, de alguna manera, sirve para entender qué le está pasando al Pincha.

En el Clausura 2008, River se consagró campeón con 4 puntos de ventaja sobre Boca (43 contra 39). Y en el torneo siguiente, el Apertura 2008, el Millonario finalizó último, tras cosechar solamente 14 puntos (hoy Estudiantes tiene 10 unidades cuando está a punto de disputar la 14ta. fecha). ¿Qué pasó en el medio? La debacle. Y a futuro, lo peor en la historia de River: el descenso. Cinco torneos después de aquel en el que terminó último, el Millo perdió la categoría, en gran medida por todos los puntos que resignó en ese torneo.

En pocas palabras: el técnico Diego Simeone no pudo plasmar la idea de juego que pretendía para River y, el equipo, tuvo un marcado bajón futbolístico. De la mano, perdió muy rápidamente terreno en la tabla y se alejó de la pelea. Mucho tuvieron que ver las incorporaciones realizadas (Santiago Salcedo, Facundo Quiroga, Martín Galmarini y Robert Flores), que nunca rindieron lo que se esperaba. Y el marcado bajón de algunas de sus figuras, como Diego Buonanotte, que terminó en el banco. También fue eliminado en la Copa Sudamericana (en cuartos de final). River llegó a pasar doce partidos sin ganar y sólo sumó dos victorias en el torneo, llamativamente las mismas que hoy tiene Estudiantes.

Muchos de estos aspectos se dieron en el caso de Estudiantes en el pasado Clausura 2011 y ocurren en el presente Apertura 2011. Tanto Eduardo Berizzo como Miguel Angel Russo nunca consiguieron darle una identidad al equipo. Las inferiores no alimentaron al plantel y los que vinieron, en general, no fueron lo que al contratarlos se esperaba.

DECLINAN LOS CICLOS

Esta claro que, y especialmente en el fútbol, los buenos ciclos tienen fecha de vencimiento. Y los ejemplos abundan. Se pueden dar de un año para otro, o declinan luego de sostenerse en el tiempo, pero el bajón albirrojo ha sido explosivo.

El hecho de estar peleando siempre por cosas importantes, convivir con esa adrenalina permanente, con esa exigencia de afrontar cada partido como "una final", va generando desgaste. Y sobre este punto, hace unos meses atrás, lo patentizó claramente Rodrigo Braña, quien admitió que el estar siempre a mil revoluciones y peleando en todos los frentes produce cansancio y también desmotivación. Y es por eso que muchos de ellos, al llegar al punto máximo, prefieren luego buscar incentivaciones en otro lado.

Esta claro que la motivación provoca una retroalimentación positiva en el equipo, que le posibilita redoblar el esfuerzo y hasta conseguir objetivos impensados, incluso plantársele de igual a igual al rival más calificado.

Pero cuando el momento futbolístico decae, siempre lo que se tiene más a mano es cambiar al entrenador y generar fichajes de jugadores, como ha ocurrido en este último año en Estudiantes. Y, se sabe que, en alto porcentaje, estas medidas pueden fallar como está ocurriendo.

A veces, la solución más fácil no es la mejor.

"De este mal momento se sale trabajando", admitió hace unos días el técnico Miguel Angel Russo. Y, si bien es una verdad de perogrullo, es un camino a seguir. Pero tiene que ir de la mano de otras situaciones como la de generar un buen clima interno, el de entrenar a conciencia, y dar con una línea de juego definida, al menos para poder capear el temporal.

Estudiantes, en esta temporada, sumó casi un equipo entero de refuerzos, justo en el momento en que muchos de sus referentes están cerca del retiro o transitando por un momento futbolístico declinante. Y así se dio forma a una situación conflictiva, que se agudizó más a partir de la circunstancia de que el equipo que estaba para pelear el campeonato, terminó en el fondo de la tabla, con futuro incierto y cargando más dudas que certezas.

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