domingo, 6 de noviembre de 2011

¿Culpa del técnico o de quienes le dieron todos los gustos?

06.11.2011


¿Y ahora, quién se hace cargo? La dirigencia de Estudiantes armó un plantel para ser campeón, con un técnico de primera línea y jugadores que representaron una inversión muy alta para la institución. La idea salió patas para arriba, porque el equipo que supuestamente tenía que pelear el título ocupa la última posición en la tabla del campeonato Apertura después de 14 fechas.

Todo empezó mal, y Miguel Angel Russo no lo pudo corregir. Primero los resultados, y las justificaciones. Después algo que barrió cualquier tipo de argumento: el nivel de juego desplegado por una formación que, salvo cuando le ganó por goleada a Rafaela, nunca terminó de levantar vuelo. Y ahora, cuando la historia no tiene vuelta, borrón y cuenta nueva: chau técnico. Y de nuevo la pregunta: ¿quién se hace cargo?

¿Russo, que recomendó la contratación de un equipo entero, porque aseguró que necesitaba reforzar todas las líneas para mantener el protagonismo alcanzado por Estudiantes en los últimos años? ¿O los dirigentes del club, que se entregaron por completo a la opinión del entrenador, pagando una fortuna por jugadores con contratos "del primer mundo" en muchos de los casos?

Más allá de que en muchos casos esos jugadores se incorporaron por un año, en calidad de préstamo, ellos van a seguir ligados al Pincha al menos hasta junio del año que viene, siendo algo así como una mochila para el hombre que la nueva Comisión Directiva designe al frente de una escuadra que hasta aquí, en la nueva temporada, no ha mostrado nada de nada. Ni en lo individual ni en lo grupal.

¿Quiénes son los jugadores que llegaron de la mano de Miguel Russo? Justo Villar, el arquero paraguayo que pasó más tiempo en la enfermería que en la cancha, y los colombianos Carlos Carbonero, Juan Guillermo Domínguez y Duván Zapata, que no mostraron demasiado, o más de lo que probablemente pudieran podido ofrecer jugadores que estaban en el club.

También se sumaron al plantel albirrojo con el okey del DT José Luis Fernández y Mariano González, jugadores que regresaron de Europa, y muy lejos estuvieron de mostrar la jerarquía que les había permitido salir en su momento de nuestro país. Mal físicamente y sin juego en la cancha, tanto que ni siquiera se afirmaron en el equipo titular.

Facundo Coria fue otro jugador por el que Russo hizo fuerza, y nada. Otro que se quedó en veremos, lo mismo que Mauro Boselli, el goleador que volvió con la pólvora mojada y a quién el técnico varias veces utilizó como ejemplo para explicar todo lo que le cuesta a un jugador que regresa del exterior afirmarse de nuevo en el fútbol de la Argentina.

Mauro Fernández, el Rayo, que llegó de Guillermo Brown de Puerto Madryn, también fue parte de este nuevo ciclo de Russo en Estudiantes, y sin tanto cartel, hasta llegó en algunos partidos a justificar su llegada como inversión. Algo parecido al caso de Damián Albil, que retornó al club luego de un año a préstamo en San Lorenzo.

Christian Cellay, quien terminó perdiendo el puesto justo cuando lo convocó Alejandro Sabella para la Selección nacional, se sumó en el marco de la transferencia de Agustín Orión a Boca Juniors, y el caso de Diego Galván, también pegó la vuelta luego de actuar a préstamo en Olimpo de Bahía Blanca.

Un equipo entero al que Miguel Russo no pudo hacer funcionar y que ahora recibirá quien sea designado para ocupar su lugar. Una jugada que salió mal para Estudiantes y que hace pensar en los riesgos que se corren cuando un club sale al mercado de los pases en busca de refuerzos. Muchas veces sin mirar con cuidado lo que se tiene.

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