martes, 21 de septiembre de 2010

El Country Club de City Bell


La anécdota familiar define al ex presidente Mariano Mangano. Se acercan las Fiestas y
el dirigente le cuenta a su familia que ha comprado una casita de fin de semana en City
Bell, con un terreno grande. Y allí es donde los cuatro disfrutan la Navidad y el Año
Nuevo. A los pocos días, el padre les dice a su esposa e hijas que se olviden de la
quinta, que ha decidido construir ahí un complejo para Estudiantes.
El Country Club es la obra material por excelencia de Mangano. Primero fue un delirio,
luego un sueño, después una realidad.
La idea del presidente de contar con un espacio para las concentraciones era de vieja
data. A tal punto que llegó a ponerse el siguiente cartel en un gran terreno costero
(500m x 1000m) en Punta Lara: “ESTUDIANTES DE LA PLATA. Futuro complejo
deportivo y náutico”. Eran tierras fiscales que Anselmo Marini, gobernador de entonces
y socio vitalicio del Club, le había donado. Ese espacio incluso llegó a ser alambrado e
iluminado. Pero los estudios técnicos fueron contundentes: eran terrenos muy bajos y el
relleno significaba un altísimo gasto.
Al tiempo Mario Martínez recibió una propuesta de un escribano amigo suyo, Néstor
Gómez, que tenía en venta una fracción de 45 hectáreas en City Bell, conocida como
“El ombú de los Rodríguez Larreta”, que le pertenecía a la familia Bereciartura. Lo
invitó a conocer el lugar. Y el tesorero quedó impactado. No tardó un día en contarle a
Mangano, y éste tampoco en asistir al predio.
De inmediato se reunieron con el resto de la Comisión Directiva y empezaron a elaborar
alternativas financieras. Pero ninguna estaba al alcance; el costo de los terrenos excedía
largamente las posibilidades del Club. Sin embargo, a Mangano la idea ya le había
entrado y se había convertido en una obsesión. No se detendría hasta comprarlos.
Consultó a su gran amigo Alberto J. Armando sobre la obra de la Ciudad Deportiva de
Boca. Así fue como se puso en contacto con la empresa “Promociones Deportivas
Sociales S.A.”.
El presidente de esa sociedad era un búlgaro nacionalizado brasileño, Myrko Mayeroff.
Este se convenció inmediatamente de la viabilidad del proyecto, y convenció a los
dirigentes: “En Boca todo es agua y el hombre tiene que hacer el 100 por ciento. Aquí la
naturaleza hace el 70 y ustedes tienen que poner el 30 por ciento de esfuerzo”. A fines
de 1967 la empresa y Estudiantes firmaron un contrato para emitir y vender los “Títulos
Patrimoniales”.
El 6 de diciembre la Comisión votó una resolución que disponía utilizar el 80 por ciento
de los ingresos por la venta de títulos para la compra del predio y las obras, y el 20
restante a la administración y pago del canon a la empresa.
La idea fue un éxito en la ciudad. Estudiantes pasó, así, a tener 78.000 socios, de los
cuales una gran porción aportó para la compra del predio.
Pero al tiempo Mangano apostó a más. Y decidió la compra de 40 hectáreas lindantes.
Para ello hasta hipotecó su propio patrimonio.
Parte del sueño ya era una realidad. Que se completaría con las obras: una casa para la
concentración del plantel profesional, canchas de fútbol, se básquet, de handball,
parrillas, sanitarios, frontón… Y una enorme pileta, copiada de un complejo que
Mangano había conocido en Colombia, aprovechando uno de los viajes de Copa.
Tiempo más tarde, la visita de De Vicenzo a City Bell le metió otra idea en la cabeza:
una cancha de golf.
Sólo quienes conocían bien a Mangano saben hasta qué punto el Country fue para él un
sueño realizado. Hoy los restos de este dirigente hacedor son cenizas. Su familia quiso
que una parte de ellas esté esparcida en el predio.
Hoy el Country es un emblema del Club y envidia de otras instituciones.

Fuente: Revista A!

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