jueves, 8 de marzo de 2012

El científico platense que dejó su nombre a una base de la Antártida

08.03.2012


La Base Jubany pasó a llamarse Base Carlini, en homenaje a un investigador de la UNLP que realizó varias campañas en el continente blanco

Luego de que el Gobierno nacional decidiera esta semana que por primera vez en la historia una base antártica lleve el nombre de un científico, amigos y colegas del platense Alejandro Carlini, el dueño de tamaña distinción y quien se desempeñara como investigador del Departamento de Ciencias Biológicas del Instituto Antártico Argentino, se mostraron ayer felices y orgullosos por el reconocimiento.

"Es una felicidad para toda la comunidad científica que la estación de la Isla 25 de Mayo pase a llamarse Alejandro Carlini -dijo la bioquímica María Márquez, quien compartió con Carlini unos veinte años de expediciones por la Antártida-. No sólo por ser la primera base en llevar el nombre de un investigador, sino porque Alejandro fue, además de una gran persona, un referente en lo suyo a nivel mundial".

Carlini cursó sus estudios secundarios en el colegio Vergara de 4 y 35, y se graduó como licenciado en Biología en la facultad de Ciencias Naturales de la UNLP. Más tarde se doctoró en Ciencias Naturales y comenzó así sus largas aventuras por los paisajes antárticos. Uno de sus maestros fue el reconocido biólogo Néstor Coria, quien también compartió con el platense la adrenalina y la pasión por las expediciones.

"A Alejandro lo conocí durante la primavera de 1987 -recordó ayer un emocionado Coria-. Yo estaba a cargo del asesoramiento de los científicos que iban a hibernar en la Base Orcadas. Alejandro recién comenzaba pero uno se daba cuenta de que era una bestia y que podía dar cátedra. Cuando volvió de la base, trece meses después, quedó a cargo del proyecto mamíferos marinos del Instituto Antártico y se convirtió con el paso del tiempo en el máximo referente del tema no sólo a nivel nacional, sino en el mejor investigador de Sudamérica y uno de los más importantes del mundo. Era un genio".

Quienes lo recuerdan lo pintan casi siempre igual: afable, entrador y solidario como pocos. "Le encantaba lo que hacía -recuerda Coria-, pero una de sus mayores pasiones sin dudas era Estudiantes de La Plata. Era fanático y le encantaba discutir de fútbol, tanto que una vez, cuando el Pincha salió campeón mientras él estaba en campaña en la base que ahora lleva su nombre, se pintó una vieja camiseta de frisa con bastones rojos y dio una vuelta simbólica para festejar el campeonato en la Antártida".

Con los años, las vidas profesionales de Carlini y Coria tomaron rumbos distintos hasta que volvieron a juntarse en los laboratorios de Biología de Florencio Varela (actual UNAJ), hasta el fallecimiento de Alejandro, el 20 de diciembre de 2010.

"Desde que Alejandro se fue pedimos por un reconocimiento para todo su trabajo -contó Márquez-, pero la verdad es que no esperábamos que llegara tan rápido. Sin embargo, todos los que conocimos a Carlini sabemos lo justo de esta distinción".

A la hora de analizar las distintas contribuciones que el investigador platense le dejó a la ciencia a lo largo de su trabajo, tanto Coria como Márquez coincidieron en que la voz de Carlini se destacó en aquellos eventos vinculados a los mamíferos marinos antárticos, y fue muy reconocida por su claridad y brillantez profesional en foros internaciones por colegas alemanes, australianos y sudafricanos.

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