Resultó otra pobre demostración futbolística de Estudiantes, la de ayer de en el Nuevo Gasómetro. Por un error del rival casi le gana a San Lorenzo pero, por otro error propio, el local le empató y estuvo cerca de ganarle a un equipo albirrojo que volvió a exhibir imperfecciones en varias de sus líneas y hasta mostró un déficit en la parte física.
Christian Cellay, al aprovechar un grosero error del arquero Nereo Champagne, consiguió la apertura del marcador en el primer tiempo, y Néstor Ortigoza, de penal, logró el empate definitivo para el Ciclón, en el complemento, en una acción en donde terminó expulsado Cellay (había fauleado a Bueno), por doble amonestación.
El partido no escapó a las generales de la ley con respecto a los que se han disputado hasta aquí por el torneo Clausura. Porque fue charo, impreciso y mal jugado. Con la salvedad de que San Lorenzo, apremiado por el promedio (sigue en promoción), propuso algo más, pero con eso poco lo obligó al equipo de Azconzábal a terminar aguantando metido bien atrás (se abrazó al empate a partir de la inferioridad numérica desde los 9' del segundo tiempo), aunque con eso pudo contrarrestar los desordenados intentos de su oponente.
Lo cierto es que el conjunto de Boedo cortó de esta forma una magra racha de tres derrotas consecutivas, teniendo en cuenta las dos últimas fechas del torneo Apertura 2011 pero sigue sin conseguir triunfos en su objetivo por permanecer en la categoría.
Cuando el partido no se había definido en cuanto a un dominador, a los 17' llegó un córner que ejecutó el Chino Benítez desde la derecha, el arquero Champagne fue arriba, pero mal perfilado, para atrapar la pelota, que consiguió a medias ya que al chocar con su compañero Bueno la dejó boyando en el área chica y Cellay, sin dudar, con un zurdazo corto sacudió la red.
Hasta allí, las corridas de Mauro Fernández (fue una especie de 7-8) pareció una puerta para sorprender a San Lorenzo, pero no bien Palomino le tomó la mano al Rayo, comenzaron los problemas para Estudiantes.
Es que, sin Verón en la cancha, no pudo hacerse de la pelota y, las veces que la consiguió, chocó con la muy floja producción de varias de sus individualidades, caso Benítez, la Gata, Mariano González, Boselli, y siguen las firmas.
Ofensivamente, lo de Estudiantes fue ayer pobrísimo. Con el agravante de que nunca llegó con claridad ante Champagne, salvo en el gol y en otra entrada de Benítez, en el segundo tiempo, que tapó el arquero local, y hasta terminó sin delanteros en la cancha porque su técnico, en función de conservar la igualdad, decidió cambiarlos por volantes y delanteros.
Enfrente, el equipo de Madelón tuvo a Néstor Ortigoza como armador del juego y figura de la cancha y al uruguayo Carlos Bueno, por voluntad, como otro de los puntos destacables.
San Lorenzo fue actitud, ímpetu, ganas, pero no tuvo claridad arriba. Fue casi sin solución de continuidad en procura de Andújar, pero buscó mucho por arriba, y allí ganaron siempre los centrales albirrojos, reforzados en la segunda parte, tras la expulsión de Cellay, con Sarulyte.
Pero lo llamativo ayer, que no deja ya de ser preocupante, fue la producción pincharrata. Porque volvió a estar desconocido. No tuvo juego ni vuelo futbolístico. Estuvo partido. Asomó inofensivo. Desconectado porque en las réplicas nunca quien la encabezó encontró a un compañero para descargar. Y también sorprendió las pobres gestiones individuales, lo que generó una clara desconexión entre sus líneas. Y hasta se lo notó cansado al final.
Es más, a partir del grosero error de Champagne con acierto mediante de Cellay, Estudiantes se dedicó a defender y dejó de lado sus aspiraciones ofensivas. Del otro lado, San Lorenzo -sorprendido- intentó llegar a la igualdad, pero sin ideas, con centros inofensivos y sin peligrosidad.
Luego, llegó el penal cometido por Cellay en perjuicio de Bueno y el posterior gol de Ortigoza, con un disparo colocado, de su sello.
Lo importante, lo que se rescata el pobre 1-1 de ayer en el Nuevo Gasómetro fue la autocrítica de los jugadores, caso Desábato. Hubo coincidencia en que este no es el camino, que el equipo ha extraviado conceptos básicos y que, en forma urgente, deberá repasar el libro de la buena memoria.
Christian Cellay, al aprovechar un grosero error del arquero Nereo Champagne, consiguió la apertura del marcador en el primer tiempo, y Néstor Ortigoza, de penal, logró el empate definitivo para el Ciclón, en el complemento, en una acción en donde terminó expulsado Cellay (había fauleado a Bueno), por doble amonestación.
El partido no escapó a las generales de la ley con respecto a los que se han disputado hasta aquí por el torneo Clausura. Porque fue charo, impreciso y mal jugado. Con la salvedad de que San Lorenzo, apremiado por el promedio (sigue en promoción), propuso algo más, pero con eso poco lo obligó al equipo de Azconzábal a terminar aguantando metido bien atrás (se abrazó al empate a partir de la inferioridad numérica desde los 9' del segundo tiempo), aunque con eso pudo contrarrestar los desordenados intentos de su oponente.
Lo cierto es que el conjunto de Boedo cortó de esta forma una magra racha de tres derrotas consecutivas, teniendo en cuenta las dos últimas fechas del torneo Apertura 2011 pero sigue sin conseguir triunfos en su objetivo por permanecer en la categoría.
Cuando el partido no se había definido en cuanto a un dominador, a los 17' llegó un córner que ejecutó el Chino Benítez desde la derecha, el arquero Champagne fue arriba, pero mal perfilado, para atrapar la pelota, que consiguió a medias ya que al chocar con su compañero Bueno la dejó boyando en el área chica y Cellay, sin dudar, con un zurdazo corto sacudió la red.
Hasta allí, las corridas de Mauro Fernández (fue una especie de 7-8) pareció una puerta para sorprender a San Lorenzo, pero no bien Palomino le tomó la mano al Rayo, comenzaron los problemas para Estudiantes.
Es que, sin Verón en la cancha, no pudo hacerse de la pelota y, las veces que la consiguió, chocó con la muy floja producción de varias de sus individualidades, caso Benítez, la Gata, Mariano González, Boselli, y siguen las firmas.
Ofensivamente, lo de Estudiantes fue ayer pobrísimo. Con el agravante de que nunca llegó con claridad ante Champagne, salvo en el gol y en otra entrada de Benítez, en el segundo tiempo, que tapó el arquero local, y hasta terminó sin delanteros en la cancha porque su técnico, en función de conservar la igualdad, decidió cambiarlos por volantes y delanteros.
Enfrente, el equipo de Madelón tuvo a Néstor Ortigoza como armador del juego y figura de la cancha y al uruguayo Carlos Bueno, por voluntad, como otro de los puntos destacables.
San Lorenzo fue actitud, ímpetu, ganas, pero no tuvo claridad arriba. Fue casi sin solución de continuidad en procura de Andújar, pero buscó mucho por arriba, y allí ganaron siempre los centrales albirrojos, reforzados en la segunda parte, tras la expulsión de Cellay, con Sarulyte.
Pero lo llamativo ayer, que no deja ya de ser preocupante, fue la producción pincharrata. Porque volvió a estar desconocido. No tuvo juego ni vuelo futbolístico. Estuvo partido. Asomó inofensivo. Desconectado porque en las réplicas nunca quien la encabezó encontró a un compañero para descargar. Y también sorprendió las pobres gestiones individuales, lo que generó una clara desconexión entre sus líneas. Y hasta se lo notó cansado al final.
Es más, a partir del grosero error de Champagne con acierto mediante de Cellay, Estudiantes se dedicó a defender y dejó de lado sus aspiraciones ofensivas. Del otro lado, San Lorenzo -sorprendido- intentó llegar a la igualdad, pero sin ideas, con centros inofensivos y sin peligrosidad.
Luego, llegó el penal cometido por Cellay en perjuicio de Bueno y el posterior gol de Ortigoza, con un disparo colocado, de su sello.
Lo importante, lo que se rescata el pobre 1-1 de ayer en el Nuevo Gasómetro fue la autocrítica de los jugadores, caso Desábato. Hubo coincidencia en que este no es el camino, que el equipo ha extraviado conceptos básicos y que, en forma urgente, deberá repasar el libro de la buena memoria.
Fuente: Diario EL DIA
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